Hace unos días Irune le dijo a una compañera que se sentase delante de toda la clase, y le dio una hoja. Todos nos preguntamos que había en esa hoja, pero nadie, excepto esta compañera, lo sabía. Entonces, Irune le dijo que dictase a la clase el contenido de la hoja, y de esa manera, la compañera pasó a ser la emisora (la que comunica el contenido del canal) y nosotros los receptores (los que captamos el mansaje). Cuando la emisora comenzó a dictar, toda la gente creía que iba a ser fácil y que en poco tiempo íbamos a tener todo bien, pero no fue así. Tardamos en hacer la primera figura (que era la más simple ya que no había que entrelazarla con otras) unos diez minutos. Y esto era sólo un simple rectángulo. Luego al seguir avanzando, los receptores nos empezamos a poner nerviosos y la emisora no sabía qué hacer. Lo peor de todo, es que la emisora estaba segura de que lo que estaba diciendo, estaba todo bien, y además estaba muy bien explicado, y los receptores, pensábamos que el problema era de la emisora, ya que no se estaba explicando bien, pero no era así. Tanto ella se estaba explicando bien, como nosotros estábamos prestando atención, y esto, demuestra la dificultad de las conversaciones, y como se pueden malinterpretar las cosas dependiendo de lo que creemos entender y lo que realmente es.
Bien, es una buena narración de cómo sucedió la actividad, pero hay muy poco de reflexión sobre el acto comunicativo.
ResponderEliminar