DIANA Y LOS SIETE “ASESINOS”
Había
una vez, hace muchísimos años, un caballero llamado Nicolás que vivía en los
territorios de la corona de Aragón. Era un hombre muy fuerte, bondadoso y fiel
a su rey, quien le consideraba el caballero más importante del reino, debido a
las innumerables proezas que había logrado en años anteriores.
El
amor del rey hacia el caballero Nicolás era tal que, al no tener ningún
pariente cercano vivo, decidió que después de su muerte sería el caballero el
que gobernase el reino y obtuviese todas sus riquezas.
Un
año después de su decisión, el rey falleció. Fueron muchos lo que acudieron a
su funeral y lloraron su pérdida. Pero no todos los asistentes fueron con
buenas intenciones. Escondida entre la multitud se encontraba una bella joven
de pelo largo y oscuro, ataviada completamente de negro. Se trataba de Claudia,
una prima muy lejana del rey, que esperaba heredar todo el reino y sus
riquezas. Pero se llevó una gran sorpresa al enterarse de que sería el
caballero Nicolás, y no ella quien gobernase esas tierras, así que decidió que
de alguna forma, cuando pasasen unos años, conseguiría arrebatar el trono al
caballero y obtendría lo que era suyo por derecho.
Nicolás
comenzó a gobernar el reino junto a su esposa, una mujer muy bella a la que
todos querían por ser muy gentil y amable con toda la gente. De esta forma, los
reyes gobernaron de forma justa y bondadosa. Un año después, la reina dio a luz
a una preciosa niña llamada Diana.
La
niña creció feliz y con mucho cariño, pero desafortunadamente, cuando tenía
solo ocho años, su madre enfermó de gravedad, y los médicos diagnosticaron que
no se podía hacer nada para salvarla.
Al
enterarse, la reina llamó a Diana para despedirse de ella. Diana se dirigió a
sus aposentos.
-
Entra,
hija mía- Dijo cuando esta llamó a su puerta - ¿Me habíais llamado madre? –
Preguntó Diana.
-
Así
es – Contestó la reina – Acércate y siéntate a mi lado – Diana obedeció
-
Verás,
como ya sabes, estoy muy enferma, y no se cuanto tiempo más viviré. Como tú
eres la persona más importante para mí, te voy a regalar este colgante, que ha
pertenecido a nuestra familia durante muchas generaciones, y que además es muy
valioso. Guárdalo bien, ya que es lo único que te puedo entregar. Y así cada
vez que lo mires, te acordarás de mí y sabrás que yo siempre estaré contigo.
Tras
abrazar a su madre, Diana se marchó, y la reina mandó llamar al rey Nicolás.
-
Nicolás,
me gustaría pedirte un último favor – El rey asistió – Quiero que te vuelvas a
casar cuando yo haya muerto, ya que quiero que seas feliz y que Diana tenga una
madre.
El
rey, con una lágrima en la mejilla, asintió y prometió que lo haría. La reina
murió al día siguiente.
Dos
años después, el rey decidió volver a casarse con una hermosa joven, que
resultó ser Claudia, la prima lejana del rey que ansiaba la corona. Claudia,
veía como todos sus planes de venganza iban tal y como ella esperaba que
fuesen. Pero ocurrió una cosa que estaba fuera de su control: Se enamoró del
rey Nicolás, y le cogió mucho cariño a la pequeña Diana, de tal forma que
decidió olvidarse de todos sus celos y concentrarse en su nueva familia.
Pero
cuando fueron pasando los años y Diana iba volviéndose cada día más hermosa y
ella cada vez más vieja, los celos y el odio que sintió antes de casarse volvieron
a aflorar en su interior, y ya no solo hacia el rey por tener todo el poder,
sino también hacia la joven Diana.
Así
que llamó decidió trazar un plan para librarse de Diana. Llamó a un escudero,
cuyo mayor sueño era llegar a ser caballero, y le prometió que ella le daría el
título siempre que le hiciese un favor: Tenía que llevar a Diana a un lugar
oscuro para que nadie pudiese verle, y allí matarla. Luego, le tenía que traer
alguna prueba de que la había matado.
El
escudero aceptó encantado. Esa misma noche, engañó a Diana para que fuese con
él, y la llevó a un callejón oscuro. Cuando estaba a punto de matarla, algo
sonó detrás del escudero y le distrajo. Diana, al ver sus intenciones, intentó
utilizar ese pequeño instante para huir, pero el escudero se dio cuenta y la
empujó, tirándola al suelo y rompiéndole la manga. Entonces, se colocó para
clavarle el cuchillo y de repente una pala se golpeó en la cabeza y le dejó
inconsciente.
-
¡Ven
conmigo! – Gritó el extraño. Al ver que Diana no se movía, decidió cogerla de
la mano y llevársela - ¿Qué hace una chica tan joven como tú caminando sola por
estas calles sombrías? ¿Es que no sabes que por aquí vive gente muy peligrosa?
– Diana no contestó porque no sabía que decir – Por cierto, mi nombre es
Mario -Dijo el extraño - Yo me llamo
Diana – Respondió la princesa.
Tras
varias horas, el escudero se despertó. Asustado, se dio cuenta de que había
fracaso en la misión que le había encomendado la reina, y que nunca obtendría
el título de caballero. Así que decidió engañar a la reina: Cogió el trozo de
manga que le había cortado a Diana y mató con su cuchillo a un conejo, de tal
forma que pareciese que la sangre era de la princesa. Luego se lo enseñó a la
reina y le dijo que no pudo traerle más pruebas porque apareció un campesino y
tuvo que salir corriendo para que no le viese. La reina, creyó que le estaba
contando la verdad y se quedó tranquila.
Diana
y Mario caminaron durante cerca de dos horas, alejándose mucho del castillo de
su padre, y entrando en el territorio de un noble. Mario la guió hasta una casa
abandonada, muy alejada del resto del pueblo. Entraron juntos y Mario se acercó
a la chimenea. Movió hacia un lado la antorcha situada a la izquierda de esta
y, para sorpresa de Diana, la parte del suelo de la chimenea se empezó a
levantar. ¡Era una trampilla! Entraron juntos y en la habitación secreta se
encontraron con seis hombres muy parecidos a Mario, quien presentó a esos
extraños hombres como sus hermanos. Pero al presentarles, Diana se quedó
aterrada: Se trataba del famoso grupo de criminales conocidos como los “7
asesinos”, unos hombres crueles y despiadados que, según lo que había oído,
salían todas las noches a lugares oscuros para asesinar a niños, mujeres y
hombres enfermos sin ninguna compasión. Nunca se encontraban sus cuerpos, por
lo que había todo tipo de leyendas sobre que hacían con ellos.
Los
primeros días, Dianas no podía ir a ningún sitio ya que los 7 asesinos la
vigilaban cada instante. Y el peor de todos era Mario, que no la quitaba el ojo
de encima, y que además siempre la miraba con cabreo. Pero cuando pasó una
semana, los 7 asesinos se llevaron a Diana a un lugar escondido en la montaña.
La princesa iba muy asustada en todo momento, ya que estaba segura de que iban
a matarla, pero se llevó una gran sorpresa cuando llegaron: Allí, delante de
ella, se encontraban todas aquellas personas que se habían dado por muertas,
todas aquellas madres, niños y enfermos que habían desaparecido, supuestamente asesinados.
Diana no entendía por qué estaba toda esa gente allí, pero e entonces Joaquín,
el más mayor de los siete hermanos, se lo explicó todo: Resulta que en ese
territorio vivía un noble muy avaricioso, que ansiaba tener más poder y
tierras, y como era muy poderoso y tenía muchos trabajadores a su servicio,
había decidido entrenarles y crear un ejército para atacar el palacio y
convertirse en el nuevo rey. Pero como a este noble solo le interesaban los
hombres sanos y fuertes para su ejército, hacía trabajar durante todo el día al
resto de la gente, sin darles ningún descanso. Así que los siete hermanos se
encargaban de rescatar a toda esta gente y protegerles de aquel malvado hombre.
A
partir de entonces, Diana se dio cuenta de que los siete hermanos eran todo lo
contrario de lo que la gente decía, y que mantenían esa reputación porque así
les era más fácil asustar a los soldados del noble. La princesa decidió unirse
al grupo de los siete hermanos y volverse uno de ellos. Durante un año entero,
estuvo ayudando a robar provisiones del noble. La mayoría de las veces no era
muy difícil, ya que muchos hombres que habían sido reclutados a la fuerza
sabían que sus mujeres y sus niños estaban siendo protegidos por los siete
hermanos, así que ayudaban en todo lo que podían.
El
comportamiento de Mario había cambiado radicalmente. Siempre estaba atento de
todo lo que hacía la princesa, la ayudaba mucho y la trataba muy bien. Diana se
había enamorado de él, y sabía que Mario también sentía lo mismo, pero no se
atrevía a decírselo. Había decidido no contarles que era la princesa desaparecida,
a la que el rey había buscado tan desesperadamente, ya que estaba muy a gusto
con ellos y no quería que eso cambiase.
Se
encontraba muy feliz viviendo con ellos, y quería quedarse allí para siempre,
pero desafortunadamente, un día los siete hermanos salieron a robar provisiones
al malvado noble, y no volvieron para la hora del almuerzo, que es lo que
habían acordado. Diana se empezó a asustar. Decidió esperar un rato más, pero
al ver que no llegaban, decidió ir a buscarles. Justo cuando estaba a punto de
salir, la trampilla se abrió, y por ella entró Joaquín, el hermano mayor.
-
¿Qué
ha ocurrido? ¿Por qué habéis tardado tanto? ¿Dónde está el resto? – Preguntó
Diana, nerviosa. Al ver que Joaquín no contestaba se preparó para gritarle,
pero entonces se dio cuenta de que estaba herido en el brazo – ¡Joaquín, estás
herido! – Exclamó la princesa - ¿Qué te ha pasado?
-
Diana
escúchame – Dijo Joaquín – Cuando estábamos en las despensas del rey cogiendo
la comida, nos atacaron los soldados. Nos tendieron una trampa, alguien debió
avisar al noble de que íbamos a robar, y nos atacaron por sorpresa. Yo he
conseguido escapar, pero ninguno de mis hermanos consiguió seguirme.
Afortunadamente, ninguno está muerto, pero hirieron a Mario de gravedad. El
noble quiere ahorcarlos en la plaza principal mañana cuando salga el sol, de
tal forma que todos los soldados puedan ver lo que ocurre si le desobedecen.
Diana,
sin contestar nada, salió corriendo de la casa abandonada, cogió un caballo y
se fue al galope. Sabía de sobra lo que iba a hacer. Galopó durante media hora
a toda velocidad, hasta que llegó al castillo de su padre, el rey. Intentó
entrar, pero los guardias no le dejaron. Al ver que no iba a poder hablar con
su padre tan fácilmente, decidió ponerse a robar en el mercado delante de los
guardias. Sabía que ese día el rey en persona se iba a encargar de poner un
castigo a todas las personas que realizaban actos vandálicos en el reino, así
que consideró que esa era la única forma posible de comunicarse con él.
Tras
esperar varias horas a que el rey castigase a las personas que iban antes que
ella, por fin llegó su turno. Los guardias la llevaron hasta el rey y la obligaron
a arrodillarse ante él. Diana levantó un momento la cabeza para ver a su padre
y se llevó una gran sorpresa: Había pasado solo un año desde la última vez que
le vio, pero parecía un hombre mucho más viejo, como si para el en vez de pasar
un año hubiesen pasado diez. El guardia le dio una colleja muy fuerte, y la
obligó a mirar al suelo. Ningún ladrón podía mirar al rey a los ojos. Estaba
explicándole al rey lo que había hecho cuando Diana se impacientó.
-
¿Es
que acaso no me reconocéis, padre? – El rey Nicolás se quedó con la boca
abierta – No… No puede ser – Dijo el rey - ¡No blasfemes! – Gritó el guardia -
¡Ninguna sucia ladrona como tú podría ser hija de nuestro gran rey! – Diana
ignoró al guardia. Sacó su collar y se lo enseñó a su padre - ¿Lo reconocéis
padre? – El rey Nicolás se levantó de su asiento y se acercó a la princesa.
Levantó la cabeza de su hija y unas lágrimas salieron de sus ojos. El corazón
de Diana empezó a latir a mucha velocidad: Su padre la había reconocido.
El
rey Joaquín, abrazó a su hija, mandó que la cambiaran de ropa, pero Diana no le
hizo caso, sabía que no tenía tiempo. Le explicó al padre lo que ocurría con el
noble y como habían conseguido retrasar sus planes robándole provisiones. El
rey Nicolás se enfureció y mandó a todo su ejército a atacar al noble. En pocas
horas consiguieron derrotarle, y el rey interrogó al malvado noble. Este, como
era un cobarde, reveló todo lo que sabía al rey rogándole piedad: Resulta que
no había sido solo él quien había diseñado ese plan, sino que la reina Claudia
también había estado ayudándole y apoyándole. El rey, como castigo a ambos, les
envió a la cárcel, donde permanecerían el resto de sus días. Y a los siete
hermanos los nombró caballeros y les dio títulos y tierras por todo lo que habían
hecho. Seis de los hermanos lo aceptaron encantados, pero hubo uno que no quiso
todo eso. Se trataba de Mario, que le dijo al rey que lo único que quería era
casarse con su hija. El rey aceptó encantado, y de esa forma el reino vivió los
mejores años de su historia.
FIN
Cambios
en la adaptación del cuento:
La
historia, se desarrolla en una época distinta (hace muchos años) en el
territorio de la corona de Aragón, en vez de en Sierra Morena.
Personajes
adaptados:
-
Rey Nicolás
-
Rosalinda:
Diana
-
Reina
-
Madrastra:
Claudia
-
Soldado:
Escudero
-
Los
siete bandoleros: Los siete “asesinos”
-
Noble
Nuevo
personaje:
-
El
primer rey
Algunas
adaptaciones a tener en cuenta:
-
He
basado la historia en otra época, por lo que he modificado algunas cosas para
que se adaptasen a las costumbres de aquella época, como el lenguaje.
-
He
añadido un rey, anterior al que es importante en la historia.
-
La
madrastra (Claudia) conoce al rey Nicolás antes de que su esposa muera, y sus
intenciones ya desde el principio son de venganza.
-
La
madrastra, no solo quiere matar a la princesa (como pasa en “Rosalinda y los 7
bandoleros”) sino también quiere deshacerse del rey para tener ella todo el
poder.
-
El
escudero (soldado) a diferencia de otras adaptaciones, si intenta matar a la
princesa y no la deja huir.
-
La
figura del noble es muy importante, ya que le he dado más importancia debido a
la cantidad de poder que podían llegar a tener en esa época.
-
Hay
una nueva amenaza en la historia: No solo la muerte de la protagonista, sino
que el rey puede perder todo su poder debido al ejército que está creando el
noble.
-
El
refugio de los 7 asesinos (los siete bandoleros) está mucho más elaborado.
-
Los
7 asesinos, además de dedicarse a robar, también cuidan de los más débiles y de
los enfermos.
-
He
añadido un lugar escondido en la montaña donde los enfermos, niños y mujeres
pueden estar a salvo.
-
La
forma en la que la protagonista consigue ver a su padre es muy distinta al
resto de las historias.
-
Los
otros 6 asesinos (descontando a Carlos)
Muy chulo. Me ha gustado mucho. Perfecto.
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